miércoles, 29 de noviembre de 2006

Esto... trust no one

(cuidado, spoilers de Expediente X, ¿y qué mas da?)

TRUST NO ONE. Esta es una frase que me ha venido a la cabeza al saber que en Internet no te puedes fiar de nada o nadie. Hace algún tiempo leí el testimonio de una cuentacuentos que había estado hablando por messen con alguien creyendo que se trataba de otra persona. Vamos, desnuda tu persona, tus secretos, tu vida entera a un desconocido. Tal vez eso sea lo de menos, pero ¿dónde está el derecho a la privacidad? Joder, que ninguno de nosotros nos hemos pasado por platós de programas cutres donde en vez de carnaza parece que muestran picadillo. Pues bien, hoy toca hablar de televisión (no tan bien como Concepción Cascajosa) y analizar la creación de mundos propios.
______La frase en cuestión se trata de una de las premisas de las que parte una de las mejores series de todos los tiempos (indudablemente, la reina de los 90), Expediente X. Hoy toca hablar de ella porque estoy en plena temporada 9, la final. Llevo algún tiempo planteándome hablar de la figura de Mulder (algo parecido a lo que hice con el Dr. Carter) o en su defecto del cambio de la serie. La abducción de Fox Mulder marca un antes y un después en las tramas principales y el estilo general de toda la serie. Y es que si en el último capítulo de la 7ª temporada Mulder se perdía en el cielo dejando a Scully embarazada al frente de los expedientes X, nada podía ser igual. El cambio se tradujo en tramas oscuras y mucho más explícitas que anteriormente. Hay que tener en cuenta que más o menos por ésta época apareció CSI con sus reconstrucciones de crímenes y asesinatos de todo tipo con pelos y señales. No obstante, la que había hecho escuela es la serie de Mulder y Scully... y Dogget, porque una mujer embarazada no puede llevar a cabo tarea tan dura por sí sola. John Dogget, para el que no lo conozca el malo de Terminator 2, dio una vuelta de tuerca a la serie. Dana Scully había aprendido a creer paulatinamente, pero Dogget se ve obligado a aprender que esa conspiración existe y está presente; es uno de los testigos de la presencia de entes extraterrestres entre los seres humanos. Dana está más sensible que nunca ante la ausencia de un hombre al que quiere pero con el que nunca ha sabido hasta qué punto llegar (esa tensión sexual, esa tensión sexual), y es que la sombra de Mulder pesa mucho. Su sentido del humor tan particular nos recuerda que esto no es una broma, y cuando vuelve a aparecer tras meses de sufrimiento está más convencido que nunca de que todo lo que lo rodea no son más que conspiraciones en contra de su vida y la vida de todos los humanos: por eso mismo se ceba en Dogget.
______Hay mucho que contar sobre estos personajes. Gillian Anderson y David Duchovny forman la pareja televisiva más creíble de cuantas han circulado en la historia de la caja de las sorpresas (nada de caja tonta, se siente). Son siete años en los que casi nadie se ha interpuesto entre ellos, y realmente no han cambiado demasiado. Siguen manteniendo unos valores originales a pesar de lo visto y vivido, de modo que el posible estancamiento de la serie se desdibuja en esta brillante 8ª temporada, cuyo final acabó en una de las escenas estampas más necesarias para el movimiento fan: y es que en Expediente X hay que diferenciar entre tramas sueltas y mitología. Sólo me queda ver cómo acaba la cosa, pero da pena. Siempre da pena saber que el final está escrito, aunque con algo de suerte podremos asistir a una resurrección momentánea con una nueva película.
______¿Qué fue de ese hombre de nariz grande y esa pelirroja que siempre lo acompañaba?


______Por lo pronto me conformaré con la triple sesión sin publicidad de Perdidos que emite esta noche La Primera, tan "perdida" como siempre...